Los 4 pilares de nuestros fieles
¿Cuál es el sentido evangélico y el significado espiritual que subyace en nuestras actividades?
Cada uno de ellos debe referirse a uno y/u otro de los siguientes pilares para hacernos verdaderos «discípulos» de Cristo y valientes «propagadores» de la Buena Nueva de la Salvación ofrecida a todos.
Vida de oración
Como el Padre me ha amado, así os he amado yo. Permanece en mi amor.
Juan 15, 9
Orar juntos como hicieron María y los apóstoles en el Cenáculo, para que permanezcamos en Cristo Jesús, Señor y Maestro de nuestras vidas. El Espíritu actúa en nosotros…
Mediante la oración, los fieles se dejan unir por la presencia fuerte y misteriosa de Dios. Hacen suyo este diálogo con Cristo, bajo la guía del Espíritu, del mismo modo que la Virgen María supo meditar en su corazón y «dejarse hacer» en la docilidad de la meditación interior y continua. La vida cotidiana de oración es el recurso indispensable para que cada fiel pueda vivir lo más cerca posible de las huellas de Cristo y sea capaz de discernir en sí mismo el «lenguaje» de Dios.
Vida Fraterna
Por vuestro amor mutuo seréis reconocidos como mis discípulos.
Juan 13:25
Estar en unión de mente y corazón unos con otros, para vivir plenamente el amor de Dios, manifestado en la Encarnación, bajo la acción del Espíritu que nos hace gritar «Abba».
Ser discípulo de Cristo es estar atento al prójimo, darle una gran importancia, una cualidad de presencia, la alegría de la entrega hasta el olvido de sí mismo. Para cada uno de nosotros, el otro es la presencia de Dios, y nuestro amor a Dios es inseparable del amor que debemos mostrarle. Este amor puede exigirnos llegar hasta los límites mismos del perdón y la reconciliación. Todo ello genera una auténtica alegría y presupone también que cada fiel siga a Cristo, en conexión con la Iglesia que formamos.
Estudiar la vida
Conságralos en la verdad
Juan 17, 17
Profundizar en la propia fe implica la oración meditativa, a menudo contemplativa, para formar el propio corazón en la comprensión de las Escrituras, al tiempo que se hace propia la experiencia secular de la Iglesia y de su auténtico Magisterio.
Conocer y amar a Dios a través de las palabras de Jesús. Escrutar las enseñanzas de Dios en la Palabra, comprenderlas para vivirlas mejor y transmitirlas con verdadero espíritu misionero. Éste es el objetivo de todo fiel. Buscar sin cesar a este Jesús de los Evangelios, cuya encarnación, vida ordinaria, predicación en Palestina, Pasión y Resurrección no cesan de revelárnoslo. Todo conduce al encuentro personal con Dios.
Vida Apostólica
Como el Padre me envió, así os envío yo a vosotros
Juan 21, 20
El amor a Dios exige la coherencia de la fe y la caridad con el amor a los demás, sean quienes sean. Significa considerar a los demás como «imagen y semejanza de Dios».
Sin ser del mundo, los fieles bautizados están en el mundo como la levadura en la masa, en misión en contacto con los jóvenes y los ancianos, las familias y los más pobres, siempre inspirados por Santa Rita, mujer de contemplación y de acción apostólica. Ofrecen la Buena Nueva de Jesús y son una presencia viva y reconfortante que el mundo espera. Como cada persona es diferente, su misión concreta ofrece diversidad según las distintas facetas del Evangelio y la propia vocación de cada uno. Esta policromía al servicio de la misión no impide un único deseo: el de amar a Cristo y dar testimonio de Él.
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Encender una vela
Las velas arden continuamente, simbolizando nuestras oraciones y agradecimientos para que nuestras vidas se conviertan en luz.
Intención de oración
Santa Rita, patrona de las causas perdidas, acoge tus intenciones y agradecimientos, y que la caridad fraterna fortalezca nuestras oraciones.