COMENTARIO DE SAN CIRILO DE ALEJANDRIA AL EVANGELIO DE JUAN
Fue por nosotros por lo que Cristo recibió el Espíritu Santo en el bautismo
El Creador del universo había decidido recapitular todas las cosas en Cristo, en un magnífico logro, y restaurar la naturaleza humana a su estado original. Por ello le prometió devolverle, junto con todos los demás dones, el Espíritu Santo. En efecto, de otro modo no habría podido recuperar la posesión pacífica y duradera de sus bienes.
Por eso Dios ha fijado el momento en que el Espíritu Santo descenderá hasta nosotros, y nos ha dado la promesa: En aquellos días -obviamente los de nuestro Salvador- derramaré mi Espíritu sobre toda criatura de carne.
Cuando el tiempo de esta generosidad trajo a esta tierra al Hijo unigénito encarnado, es decir, a un hombre nacido de mujer, según la Sagrada Escritura, Dios Padre nos dio también su Espíritu, y el primero en recibirlo fue Cristo, como primer ejemplar de la naturaleza renovada. Juan el Bautista dijo: Vi al Espíritu descender del cielo y habitar sobre él. ~
Si decimos que Cristo recibió al Espíritu Santo, es en la medida en que se hizo hombre y en la medida en que convenía que el hombre lo recibiera.
Sin duda, es Hijo de Dios Padre y engendrado de su sustancia, y eso antes de la encarnación e incluso antes de todos los siglos. Aun así, no siente tristeza al oír que el Padre le dice, ahora que se ha hecho hombre: Tú eres mi Hijo; hoy te he engendrado.
Aquel que era Dios, engendrado por él antes de los siglos, el Padre dice que es engendrado hoy: esto significa que nos acoge en sí como hijos adoptivos, pues toda la humanidad estaba contenida en Cristo, ya que él era hombre. En este sentido, se dice que el Padre, mientras su Hijo ya poseía su Espíritu, se lo da de nuevo, para que seamos agraciados con el Espíritu en él. Por eso, según la Escritura, asumió la descendencia de Abraham y se hizo semejante a sus hermanos en todo.
Así pues, no fue por sí mismo por lo que el Hijo unigénito recibió el Espíritu Santo. Pues el Espíritu es suyo, en él y por él, como ya hemos dicho. Pero como, habiéndose hecho hombre, poseía en sí toda la naturaleza humana, recibió el Espíritu para recapitularla en su totalidad, restituyéndola a su primer estado. ~ Por tanto, podemos ver, mediante un sabio razonamiento y apoyándonos en las afirmaciones de la Sagrada Escritura, que Cristo no recibió el Espíritu Santo para sí mismo, sino para nosotros, que estábamos en él. Pues por medio de él nos llegan todos los bienes.
Respuesta
R/ El Señor es el Espíritu, el Espíritu del Señor es la libertad. Todos nosotros, con el rostro descubierto, reflejamos la gloria de Dios como en un espejo. Transformémonos en la imagen del Señor, cada vez más gloriosa.
Oración
Señor, con tu Hijo amado ha amanecido sobre todas las naciones la aurora de tu día eterno: haz que tu pueblo reconozca la gloria de su Redentor y llegue a la luz que nunca se apaga.